HabÃa una vez un grupo de pequeñas ranas que atravesaban juntas un bosque. De pronto, dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo. El resto de ranas, se asomaron para mirarla, rodeando el agujero.
Rápidamente se dieron cuenta de que el agujero era muy profundo. Sus compañeras saltaban y saltaban, pero no podÃan alcanzar la orilla.
Las ranas comenzaron a cuchichear entre sÃ. Todas daban por muertas a las dos ranas, ya que no veÃan posible que pudieran dar un salto tan alto como para salir del agujero. Asà que comenzaron a gritar a las ranas que “no pueden hacer nada, no pueden salir de allÃ.”
¡Dejadlo, no lo conseguiréis! – gritaban las ranas desde la orilla.
Pero las dos ranas continuaban saltando sin parar, ignorando los gritos de sus compañeras, que no dejaban de decirlas que iban a morir igualmente a pesar de sus esfuerzos.
– ¡No lo intentéis más! – gritaban las ranas – ¡No lo conseguiréis!
Las ranas les llegaron a insinuar a sus dos compañeras que no gastaran más fuerzas, que se dejaran morir. Y gritaban tanto, que al final una de las dos ranas que saltaba sin parar se dio por vencida y decidió parar. Se dejó caer al suelo sin más, y murió.
Sin embargo, la otra rana continuó saltando, a pesar del agotamiento. Cada vez lo hacÃa más alto y con más fuerza. Y las demás compañeras gritaron mucho más alto para que dejara de saltar.
– ¡Deja de sufrir ya! – le gritaban una y otra vez.
Y la rana saltaba más y más. Hasta que de pronto, logró salir del agujero. Ella pensó que sus compañeras le estaban animando todo el rato, fijándose en los gestos que hacÃan. Y les agradeció de todo corazón el haberle ofrecido todo su aliento.
En realidad, la rana era sorda y le era imposible escuchar los gritos de las demás.
FIN
Moraleja:
Cuando los demás te digan que no puedes, o que no lo podrás lograr, haz oÃdos sordos a los comentarios negativos de los demás, e incluso a sus propias proyecciones, confÃa en tu capacidad interna y saltaras con tanta fuerza que alcanzarás el éxito con toda certeza.
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